Escribir un diario de viaje es un ejercicio, quizá geográfico, quizá estético, o tal vez solamente un intento por revivir la experiencia, por cristalizarla en la memoria.
Como sea, un viaje es de las pocas cosas que nadie puede quitarnos. Lo que hemos visto, es nuestro para siempre. O al menos, hasta que el olvido prevalezca.