A mitad de camino entre el arte y la técnica, entre el periodismo y la ciencia, la fotografía fue gestada por el destino visual de la humanidad como un sueño necesario. Cambiando para siempre la historia del arte, la fotografía modificó también nuestra forma de percibir el pasado... y hasta el mismo presente.
Pero no llegó a nosotros esta tecnología mágica sin el esfuerzo de diferentes generaciones de científicos y técnicos que finalmente lograron un proceso eficiente y accesible a las profanas masas de improvisados. Se pueden rastrear el origen de la fotografía en la ‘cámara oscura’ a la que progresivamente se redeujo de tamaño y se le agregó una lente y una superficie reflectora y removible, cubierta con un producto químico sensible a la luz que se convirtió luego en la cámara que capturaría las imágenes invertidas de las escenas que aparecían reflejadas en su interior. Este sorprendente princpio, era ya conocido en la época de Leonardo Da Vinci.
Cien años antes del siglo XIX se había demostrado experimentalmente que existían determinados compuestos químicos, como las sales de plata, que se alteraban químicamente al ser expuestas a la luz. Esta idea permitió la especulación sobre las posibilidades de capturar la imagen de la cámara oscura aunque en la práctica, éstas téncias no se alcanzarían hasta la tercera década del siglo XIX.
En Francia, Louis Daguerre hacia 1939, desarrolló un proceso que lograba captuar la imagen sobre una placa de cobre pulido y previamente recubierta con metal de plata y expuesta a las emanaciones de yodo para formar el yoduro de plata. La luz que llegaba a la placa, tras una correcta exposición de la cámara, alteraba el yoduro de plata ante la exposición de la luz más brillante. El resultado era una imagen nítida y clara que no requería negativos.
Simultáneamente, en Inglaterra Tabloy y Herschel desarrollaron otro procedimiento: empeleaban un papel con productos químicos sensibles a la luz que proporcionaban negativos para hacer luego una segunda copia positiva. Este proceso fue el que se impuso con el paso del tiempo, pese a que inicialmente era muy precario y la copia tenía la desventaja de una pérdida de precisión.
Pero la tecnología de la fotografía continuó sofisticándose hasta transformarse en una industria competitiva. Cuando los precios fueron lo suficientemente accesibles, surgieron las primeras cámaras para aficcionados. En 1880, George Eastman comenzó a fabricar, a partir de una modesta empresa de un capital incial de 3000 dólares, unas placas flexibles sobre una película de nitrocelulosa, negocio que vendería cinco años después en la millonaría suma de cinco millones de dólares. La disputa por la patente de la película flexible, fue ardua, porque en rigor, hubo varios desarrollos simultáneos, y aunque finalmente, no fue la compañía de Eastman la que la obtuvo, la película en rollo diseñada ‘a prueba de tontos’, que podía ser utilizada hasta por un novato, hacía ya diez años que existía en el mercado popularizando esta revolucionara tecnología: era la famosa Kodak.
En lo personal, nunca pasé de la cámara ‘a prueba de tontos’. Recuerdo que las primeras que usé, tenían rollos de esos que no pueden velarse... de tan torpe que era para cargarlas. Mi primera cámara 'automática', se rompió durante un viaje y lo lamenté mucho. Pero esa vez aprendí que se puede disfrutar también sin sacar fotografías... pero, claro, sigue siendo mejor si podemos tomarlas. Repasando mis albumes, la mayoría de las instantáneas seleccionadas para estas páginas, están tomadas con una cámara digital... tecnología que nos permite ser aún más ‘tontos’ que con una Kodak de las de antaño...!!