El video a diferencia de la fotografía, nos permite captar la dinámica de un momento. Esa belleza estática que nos da el instante fotográfico se transforma en una sensación plenamente diferente. El relato se enriquece con la secuencia, el sonido, que se suma, completa los códigos y los integra.
A la hora de utilizar el video para guardar recuerdos, es maravilloso descubrir cómo puede trasmitir la emoción del haber estado allí, de haberlo vivido.
Los actuales programas de edición para PCs ponen a nuestro alcance una herramienta modesta pero increíblemente accesible. ¡Algo impensable hace tan poco tiempo.! Nadie pretende ser Orson Wells... pero al menos, uno puede jugar levemente a ser el director su propia experiencia audiovisual.