29 de enero, Londres
Dedicamos el día al Museo Británico... tanto tiempo podrá parecer un exceso pero sin duda lo merece si te interesa la historia antigua y medieval. No comentaré sobre las espléndidas colecciones, harto conocidas... solo diré que me impresionaron las reformas arquitectónicas del milenio en el espléndido patio central, algo que no existía hace 15 años.
Lamentablemente, estaban cerradas algunas salas interesantes, pero supongo que cuando no es una sala, es otra porque las reformas son permanentes.
Comenzamos por la sala Egipcia, un poco desbordados porque hay tanto por ver que es difícil ordenar el recorrido. Además, luego de rendir los honores de rigor a la Piedra Roseta, estuvimos un buen rato buscando el gato egipcio de bronce... hasta que supimos que lo habían prestado a otro museo...
En fin, varias horas recorriendo las salas... hasta almorzamos en el hermoso patio central... salimos agotados y exaltados, con ese stress que te genera el querer verlo todo y recordarlo...
El resto del día, quedó para caminar por Oxford Street, un poco de shopping y el reflejo de las luces sobre esta enloquecida babel de tantos colores.