Cipolleti, 19 de enero de 2008
El viaje empezó bien de madrugada, antes de la salida del sol. Partimos de Villa Gesell rumbo al sur. Atravesamos la zona de sierras y los campos de girasoles. Vimos algunos impresionantes molinos generadores de energía. Parece que se viene la energía eólica.
Hicimos un camino en zig-zag, estrenando el GPS. La idea era “por las dudas” evitar zonas de probables piquetes. Almorzamos pues, junto a la laguna de Puan. Un balneario muy bonito. Según una referencia de la zona, La península que ingresa en el lago es el afloramiento más occidental del sistema de ventania que tras diferentes transformaciones a lo largo de su historia geológica, acabó uniéndose al continente. Hemos observado que los pueblos de esas zonas son todos muy lindos, prolijos y parecen prósperos.
Así, seguimos rumbo a La Pampa y Río Negro por Casa de Piedra, en donde vimos el dique y las ambiciones de esta Villa turística recién inventada. Ya llegando a Roca, el pavimento dio pruebas de los piquetes que habían habido hasta esa mañana habían existido realmente. Ya en el motel del Aca del Cipolletti, nos dispusimos a descansar.
Caviahué, 20 de enero de 2008
Partimos de Cipolletti, atravesando Neuquén. Fue difícil cargar combustible... por los piquetes según decían. En algunos lugares cargaban solo hasta 50$, o no había... después vimos que incluso en otros lugares cobraban un adicional de 10 centavos por litro, en calidad de servicio...
Hicimos un alto de Plaza Huincul, los chicos reclamaban un poco de plaza. Los cestos de residuos en la plaza pública tienen forma de dinosaurios y son muy originales. Plaza Huincul fue un típico pueblo petrolero creado por YPF, con su tanque de agua característico y todo. Aunque actualmente pueda decirse que ya tiene personalidad propia.
Luego las paradas de rigor fueron Zapala, para almorzar y Loncopué. Y fuimos entrando el clima. Nos recibieron los pehuenes de Caviahué a la sombra de volcán, el imponente paisaje pleno de vida frente al lago. Muy verde, muy volcánico, muy hermoso. Subimos enseguida al centro de esquí para ver cómo estaba... estaba totalmente cerrado, pero podía advertirse algún signo de obras en curso y la preparación para la próxima temporada.
De recorrida por Caviahué nos enteramos de las novedades. La obra hotel cuatro estrellas que estaban construyendo frente a Lago Agrio está parada, aparentemente por falta de fondos. Hay muchísima construcción, incluso más que el año pasado, Caviahué parece crecer a un ritmo interesante. Hay más gente que el verano pasado, en donde nos había parecido un pueblo fantasma mudado a Copahue.
Caviahué, 21 de enero 2008
La excursión del día fue Copahue. La llegada al pueblo nos sorprendió con un frío que no calculábamos, en rigor a nuestra experiencia del verano pasado, que según parece que fue una cálida e inusual excepción. Recorrimos el pueblo y consideramos que había menos actividad que el año pasado, parece que la tendencia sería que Caviahué se está transformando en el lugar de alojamiento y Copahue, es una excursión termal.
Subimos por las laderas para ver de cerca una fumarola, y de paso, tener una vista panorámica de la villa termal. Las fumarlas deslumbran con su potencia olor azufre. Una de ellas, repleta de fango burbujeante era lo más parecido en el mundo real al pantano de Shrek.
Breve recorrida por el pueblo, estuvimos mirando de cerca los famosos caños que pretendían implementar un sistema de calefacción invernal aprovechando la energía del volcán. Según se dice, el sistema fracasó porque los caños no resistieron la implacable acción del azufre, como prueba, los deteriorados caños.
Copahue, asentada sobre el viejo cráter, es un pueblo que renace con los deshielos, ya que es inaccesible en invierno, absolutamente aislado y cubierto de nieve, es abandonado por todos. Cada año se reconstruye lo que sobrevive al hielo y a la nieve, lo cual le da un aspecto algo precario, o quizá efímero. Dominan la escena las piscinas del ISSN y la hostería, que parecen tener un buen servicio y una clientela muy fiel.
En “lo de Nito”, compramos sus imperdibles empanadas para almorzar y fuimos directo a “Las maquinitas” en plan de pic-nic. Vimos con gusto que la pasarela estaba mejorada respecto al año pasado, lástima que hacía un poco más de frío y no resultaba tan tentadora la idea de tomar unos baños terapéuticos. Nos divertimos sacando fotos a unas lagartijas que se escondían entre las rocas y que se mimetizaban con los tintes amarillos y anaranjados.
De allí fuimos hacia la Estación Geotérmica y a las Lagunas Mellizas, ubicadas cerca de una instalación militar para uso de los baños termales, hoy, abandonada. Desde la zona puede verse la silla cuádruple del centro de esquí e imaginar un poco el recorrido de las pistas ¡se ve todo tan distinto sin nieve!
De regreso en Copahue, subimos otra de las laderas, donde todavía quedaba algo de nieve endurecida, pasamos sobre un túnel congelado para ver los verdes intensos y las cascadas frescas que surgen del deshielo para llenar de vida a la montaña.
Finalmente, retornamos a Caviahué para pasar la noche y prepararnos para la travesía del día siguiente en donde nos despidió una luna llena espectacular sobre el Lago Agrio. Ya la habíamos visto en invierno, por no por conocida, menos espectacular.
22 de enero de 2008, Lagunas de Epu Lauquen
Salimos temprano de Caviahué pasando por Copahue en donde aprovechamos la mañana para hacer otro recorrido por las instalaciones del ISSN, las aguas sulfurosas, la laguna de los callos, etc, etc. Luego, listos para seguir viaje, tomamos el camino en dirección a Huecú, pasando por la entrada a la cascada del Agrio, hermoso lugar que no vistamos esta vez porque ya habíamos recorrido en un viaje anterior.
El Huecú es un pueblito pintoresco con el sello del norte neuquino en donde paramos unos minutos para enviar sms ya que habíamos detectado señal de celular. Vimos la bonita plaza y la escuela que nos sorprendió por su pulcritud. Luego continuamos la marcha en dirección a Andacollo.
El camino es agradable y presenta un ripio aceptable, aunque probablemente, el hecho de viajar en un vehículo 4x4 es una de las razones por las que el viaje nos parecía más confortable. El recorrido serpentea arroyos de deshielo en un hermoso paisaje. Nos detuvimos a hacer un pic-nic junto a la confluencia de los ríos Ñireco y Rilileuvu, en donde pasamos un plácido momento.
Continuamos viaje atravesando la Pampa de Pillán Curá, los ríos Guañaco Lileo y Nahueve, hasta llegar al encuentro con Andacollo.
Andacollo es un pueblo muy pequeño, cuyo slogan reza “la quimera del oro”, estimamos que sus orígenes se remontan a la explotación minera. Se encuentra ubicado en las cercanías del río Neuquén, río de fondo pedregoso pero que arrastra sedimentos que le dan un color arcilloso, en efecto, sus aguas no son cristalinas como se espera de la mayoría de los arroyos y ríos de montaña.
El plan inicial era acampar en Huingancó, una suerte suburbio de Andacollo en el que dominan algunas plantaciones sostenidas gracias al esfuerzo del riego artificial, pero por distintas razones los campings disponibles no respondían a lo que buscábamos. Así que optamos por seguir el plan B y continuar hasta el próximo pueblo, siempre por ripio, hasta Las Ovejas. De todas formas, aprovechamos para cargar combustible en Andacollo, ya que, como nos habían advertido en Caviahué: “hay que cargar en donde haya, porque escasea”.
Las Ovejas es otro pueblo mínimo del norte neuquino que tiene la particularidad de ser la sede de la festividad popular de San Sebastián, aparentemente un culto sincrético del catolicismo popular que atrae visitas de las localidades vecinas y que desborda las limitadísimas instalaciones turísticas de la región. Sabiendo de esta fenómeno cultural, evitamos premeditadamente viajar para la fecha afectada a estos festejos (entre el 19 y 20 de enero). Cabe decir que se notan los esfuerzos por mejorar las áreas de acampe por parte de la municipalidad de las ovejas, a través de la instalación de baños públicos y duchas en el camping municipal. También algunas cabañas muy accesibles y con buenas instalaciones. De todas formas, dado que teníamos en mente el plan de acampar en un entorno menos urbano y todavía era relativamente temprano, decidimos continuar camino hacia las Lagunas de Epu Lauquen.
Habíamos leído en Internet que el camping de las Lagunas de Epu Lauquen era agreste y no nos atrevíamos a instalarnos sin contar con algunos servicios mínimos como agua caliente o una pequeña proveeduría, pero decidimos correr el riesgo luego de averiguar de primera fuente el estado actual del camping en la oficina de información turística de Las Ovejas.
Así que finalmente llegamos al parque provincial Epu Lauquen y por fin encontramos lo que buscábamos. Las lagunas de Epu Lauquen, de origen glaciario son la manifestación más al norte de los bosques subantárticos. La segunda laguna, rodeada de un bosque de notófagus ofrece una vista imponente de una serie de picos desnudos que contrastan con la vegetación abundante de la base. Entonces... instalamos la carpa bajo una breve tormenta de granizo que nos sorprendió repentinamente. Tras una frugal cena, nos metimos dentro de nuestras bolsas de dormir totalmente agotados.
23 de enero, Lagunas de Epu Lauquen
El día amaneció totalmente despejado para confirmar la belleza que ya habíamos verificado la tarde anterior. La bruma sobrevolaba la laguna, así como los senderos entre la vegetación nativa.
El camping cuenta actualmente con dos duchas para mujeres y dos para hombres. Hay horarios para el agua caliente por la mañana y por la tarde. Al momento, hay que pagar un derecho de dos pesos por persona, por lo que te entregan un “numerito” que algunas veces nadie reclamó como control. Los sanitarios también funcionan, así como dos piletas para lavar vajilla y ropa. La proveeduría vende artículos de almacén, pan casero, chivitos, pollos, leña, carbón... pero nada que requiera heladera como lácteos... Otro detalle importante es saber que no tiene iluminación nocturna, ni siquiera en el área de los baños, por lo tanto, es recomendable utilizar linternas.
Dedicamos este primer día a disfrutar de lago y del bosque. El día estuvo particularmente inestable, alternando pequeños chubascos con momentos de mucho sol. A la atardecer nos divertimos viendo cómo algunos peces saltaban fuera del agua intentando cazar pequeñas mosquitas. Por la noche, continuamos hasta que se extinguió el fogón, vimos salir la luna y algunas estrellas fugaces que cruzaron velozmente.
24 de enero, Lagunas de Epu Lauquen
Otra vez, el día amaneció soleado y pudimos ver que por la mañana la ausencia de vientos hace de la laguna un auténtico espejo que duplica la belleza de los picos desnudos en el horizonte. Decidimos hacer una caminata en dirección oeste. Sabíamos de una travesía para realizar hacia unas cascadas, recorriendo el bosque que tenía una duración aproximada de cinco horas. Pero como en nuestro grupo teníamos varios niños, sabíamos que deberíamos conformarnos con un recorrido más modesto. Bordeando la laguna, vimos algunas truchas en estado salvaje a través de la transparencia del agua. Llegamos hasta un puente sobre un arroyo cristalino en el cual repusimos energías y nos hidratamos. Recogimos algunas piedritas verdes como amuleto de protección contra los volcanes, según las tradiciones aborígenes de la zona.
De regreso en el campamento, preparamos el almuerzo y disfrutamos la calurosa tarde en la laguna. Por la noche, pizzas a la parrilla para despedirnos de este encantador lugar que tanto nos había gustado. La luna, otra vez invitaba a una noche confortable.
25 de enero, Chos Malal
Levantamos el campamento para continuar el viaje. Llegamos a Las Ovejas promediado el medio día y compramos algunas provisiones para la excursión del día. Nos encontramos con la “sorpresa” de que no había combustible, con lo cual, tuvimos que recalcular distancias para ver qué podíamos hacer sin correr riesgos innecesarios. Finalmente continuamos por ripio hasta Varvarco, un pueblo muy pequeño, en el que reconocimos un camping y un grupo de cabañas. Un poco antes, el mirador de la Puntilla, nos permitía intuir al Volcán Domuyo... porque la cima, nublada, nos era vedada. Sobre el mirador de la cordillera del Viento, cabe destacar que resulta muy triste ver como muchos turistas salvajes, destruyen con horribles inscripciones las instalaciones turísticas.
Hacia el medio día llegamos Aguas Calientes. El camino, cabe decirlo, es un ripio muy exigente, no tanto por el volumen de las piedras pero sí por las subidas y bajadas, así como las curvas cerradísimas... en especial la curva de la zeta.
El camino en sí mimo, vale la pena, porque ofrece hermosas vistas de rocas volcánicas con formas extravagantes en las que pueden adivinarse figuras para todos los gustos. Y en especial nos impactó del cajón del Atreuco que nos resultó particularmente bonito.
En cuanto a Aguas Calientes, en verdad, no hay mucho para ver por allí por el momento. Un grupo de cabañas, un camping no habilitado (porque no cuenta con baños públicos) y algunos arroyos de aguas termales, sin servicios ni indicaciones turísticas. Continuando unos pocos kilómetros más, estaban Las Olletas, pero convenimos regresar, dado que unas nubes amenazantes, nos hicieron temer que el camino de regreso podría llegar a volverse muy complicado. Optamos por visitar una zona llamada “los baños”, un lugar en los alrededores en donde un par de piletones de aguas termales hechos con piedras resultan un sitio interesante para relajarse un rato contemplando la inmensidad de los dominios del Domuyo.
Según nos contó luego gente del lugar, el Domuyo no suele “dejarse” así nomás. Y cuenta la leyenda que una princesa de cabellos dorados vive en el volcán, y que un caballo rojo y uno blanco la custodian, cuando alguien pretende subir a la cima, el caballo blanco desata la furia y con su cabalgar hace que se desprendan piedras y el otro provoca tormentas y granizo, para que nadie se atreva a desafiar al volcán. Y casi vivimos en la experiencia propia el sentido de la leyenda porque imponentes truenos rugieron en cuanto comenzamos a acercarnos un poco más...
Lo cierto es que emprendiendo el regreso, el Domuyo decidió dejarse de ver. El cielo comenzaba a despejarse un poco, lo que nos dio la oportunidad de avistar el volcán, cuya descomunal altura no nos decepcionó.
Pocos kilómetros antes del dejar atrás el ripio, un empleado de vialidad que nos detuvo, nos advirtió que una de nuestros neumáticos estaba muy bajo... habíamos pinchado ¡Y no nos habíamos dado cuenta! Así que hubo que usar el auxilio antes de seguir. Más trade, en la gomería de Chos Malal, reconocimos una ramita inocente había hecho de las suyas en el neumático recién estrenado...
Al declinar la tarde habiendo dejado ya el ripio llegamos por fin a Chos Malal, buscamos un hotel en donde hacer pie y reorganizarnos bajo la tutela del Tromen.
26 de enero, Chos Malal
Por la mañana recorrimos la orilla del río Curí Leuvú cuyo color amarronado llamó nuestra atención, nos dijeron luego que este se debía a las tormentas que se estaban desatando en estos días. Supimos también que éste río es el que abastece las necesidades de Chos Malal y que actualmente tiene un caudal muy reducido, sobre todo porque las nevadas en la cordillera son cada vez menos abundantes. Foto19-El río Curí Leuvú en Chos Malal
Habíamos pensado que sería un buen día para visitar el Tromen y Cerro Wayle, y nos dirigimos en busca de consejo a la dirección de turismo de Chos Malal, nos aconsejaron no hacer la visita con mal tiempo porque el camino podría ser algo peligroso. Nos encontramos con la sorpresa que ni bien tomamos el camino de ripio comenzaba una fuerte lluvia con intervalos de granizo. No quisimos correr riesgos así que decidimos regresar, cambiando nuestros planes.
Visitamos entonces le museo local y el Torreón en donde tuvimos noticias de la vida en Chos Malal. El museo, todavía conservando sus paredes y techos originales es un testimonio de los tiempos en que el pueblo fue capital de Neuquén. Supimos que actualmente el desarrollo es escaso, al punto que los jóvenes deben emigrar al terminar la secundaria puesto que no tienen demasiada posibilidad de seguir estudiando o de emplearse. La ciudad, tiene aproximadamente unos 16 mil habitantes. Muchos de ellos, dependen de los planes sociales dados por el gobierno no habiendo fuentes de trabajo genuinas. No hay industrias y el turismo es aún mínimo, con lo cual, el futuro es incierto.
El Torreón, construido por el gobernador Olascoaga, en octubre de 1894, tenía por objeto ser un observatorio astronómico. Hoy es un símbolo de Chos Malal, aunque, debo decirlo, me costó muchísimo tomar una fotografía que no tuviera un desagradable grafiti sobre su superficie. El descuido es lamentable.
¿Qué decidir de Chos Malal? Es un pueblo modesto, silencioso, que parece dormir a la sombra de los grandes centros turísticos de la cordillera neuquina (la exclusiva Villa La Angostura, el popular San Martín de los Andes y las pujantes Villa Pehuenia y Caviahué). Cerca de bellezas como Epu Lauquen, el Domuyo y el Tromen, podría ser la capital del turismo de aventura si se lo propusiera... pero sin infraestructura no deja de ser un destino para turistas excéntricos, lo cual es insuficiente para generar una cantidad considerable de fuentes de trabajo.
27 de enero, Malargüe
Hoy recorrimos el tramo de la mítica ruta 40 que une Chos Malal con las ciudades mendocinas. Durante el trayecto pudimos avistar el volcán Tromen que nos había esquivado la tarde anterior.
El trayecto comienza con un pavimento moderno pero la comodidad acaba pronto. El estado del camino es deplorable.
El pavimento quebrado y deteriorado se ha transformado en un ripio peligroso de pozos semicubiertos por piedras de tamaño considerable. En algunos segmentos prevalece el asfalto pero nunca dura mucho. Es absolutamente recomendable realizar el trayecto de día y con buena visibilidad.
La llegada a Malargüe nos sorprendió. Una ciudad inesperadamente moderna, al estilo norteamericano mirando a la ruta 40. Un reloj “noventoso” con ambiciones de landmark estratégicamente instalado sobre el boulevard principal, una plaza muy bonita con estilo “design”. Servicios varios para el turismo, incluyendo un “Lave Rap” con envío a domicilio (algo que estábamos necesitando después de tanto ripio y polvo) y hasta un planetario que llamo nuestra atención. Sospechamos que esta ciudad creció bajo el esplendor auspicioso de Las Leñas y, soñando a lo grande, buscan ser algo más que la alternativa económica durante la temporada de esquí. Eso se nota en todos sus rincones.
28 de enero, Malargüe
El plan del día era visitar el centro de esquí Las Leñas. Para ello recorrimos los serpenteantes 60 km que separan a Malargüe del complejo. El camino está deteriorado en algunos segmentos, pero luego de haber viajado por la ruta 40, nos pareció absolutamente aceptable.
Las Leñas es... enorme. Incluso en verano. Faraónicos hoteles, múltiples medios de elevación, una fábrica de nieve artificial. Imaginar el centro en invierno resulta delicioso. En temporada estival se ofrecen variado tipo de actividades para realizar en el predio, algunas sumamente marketineras e interesantes. Nos sorprendió especialmente la Lost Expedition, un viaje de tres días hacía el lugar en que se estrelló el avión de la fuerza área uruguaya que diera contenido a la película “Viven”. Allí, los excursionistas podrían ver restos del avión y una placa conmemorativa.
Más allá de Las Leñas, nos hubiese interesado llegar al Valle Hermoso. Pero nos advirtieron que el camino era muy complicado aún con una 4x4... y dado que nuestra camioneta estaba demasiado cargada y que había muchas otras cosas que visitar, decidimos que no correríamos riesgos y optamos por emprender el regreso.
Volviendo de Las Leñas, visitamos el pozo de las ánimas, formación geológica que surge como consecuencia de procesos de disolución de caliza o yeso por la acción de las aguas subterráneas, generando cavernas en profundidad, que al derrumbarse su techo producen depresiones de forma circular y cónica hacia abajo que se denominan “dolinas”. La formación, realmente profunda, está separada de los visitantes por un alambrado que previene eventuales accidentes.
Más adelante, La Laguna de la Niña Encantada, es un pequeño espejo de agua, realmente muy bonito. Para entrar hay que abonar una entrada de 3 pesos por persona. Atravesando un pequeño puente colgante, se llega a una laguna de aguas transparentes en las que se pueden ver asombrosos verdes en el fondo pedregoso contra una abrupta pared de rocas. Bien explotado turísticamente, se cuenta una leyenda sobre una bruja que se hizo piedra y una doncella que puede verse en las aguas... en realidad no estoy muy segura de haber visto a la doncella, pero sí unas hermosas truchas que se dejaban ver bajo las aguas transparentes. No se puede pescar ni tomar baños en la laguna, pero el lugar cuenta con algunas mesitas para descansar y un par de baños químicos.
De regreso en Malargüe, era temprano, así que partimos hacia los Castillos de Pincheira. Los castillos, son una formación rocosa que sobresale de la montaña creando la ilusión de un castillo medieval incrustado en el paisaje. El lugar está ubicado a unos 30 km de Malargüe, por camino de ripio, sin precipicios o curvas sinuosas... pero con piedras bastante grandes en algunos tramos. Para acceder al lugar debe abonarse una entrada de 5 pesos por persona. Hay un camping habilitado,con baños precarios que están en proceso de ampliación. Hay parrillas, mesas, proveeduría y varios servicios. Se ofrecen alternativas de turismo aventura como rafting y cabalgatas, entre otros. Muy recomendables por otra parte, las tortas fritas que pueden encargarse junto a la casa de té.
Regresamos a Malargüe justo antes de que se desatara una terrible tormenta que por algunos minutos dejó a toda la ciudad sin electricidad. Ya avanzada la noche, continuaba lloviendo todavía...
29 de enero, Valle Grande, Cañón del Atuel
Salimos temprano de Malargüe, temerosos de las nubes que acechaban sobre el horizonte. Como es sabido, las tormentas de granizo que azotan esta región de cuyo, son de temer. Especialmente en la zona de San Rafael, hacia la que nos dirigíamos.
El camino entre Malargüe y la región del Atuel, es corto y se halla en razonables condiciones, aunque podría estar mejor considerando la importancia económica de la zona. Ya acercándonos al camino del vino, vimos las imponentes vendimias protegidas con telas antigranizo. Entrando en la zona turística del Atuel, el pequeño río encorsetado entre las paredes rojizas, da prueba contundente de la historia geológica del cañón. La zona, bordeada de mucha vegetación, florece de pequeños emprendimientos hoteleros, artesanías, productos regionales, cabañas de alquiler y empresas de turismo aventura. Las empresas de turismo aventura ofrecen excursiones acuáticas sobre el Atuel, entre las cuales, el raffting es la más popular. Pero también hay otras opciones para disfrutar el río, como cayacks y canoas. Otras alternativas son las tirolesas y cannoping, que implican una entusiasmo mayor por el vértigo. Dentro de lo más tradicional, hay buenas propuestas para el trekking y las cabalgatas, así como excursiones en 4X4 o catamarán. En efecto, la oferta para el turismo es mucha y la masividad de los servicios para el turismo es un contraste impactante respecto a la zona que veníamos recorriendo.
Recorrimos la zona hasta la zona de los diques. Es una pena ver las rocas escritas e incluso las mismas paredes del embalse. Me pregunto cómo todavía pueda haber gente que no percibe cuánto afea el paisaje y como da muestras desvergonzadas de falta de educación y elegancia. Pero me pregunto aún más como el gobierno de la zona no evita que esto suceda, ya sea multando o al menos, limpiando...
Luego de instalarnos, decidimos probar suerte en el raffting. La excursión es atractiva y no tiene riesgo real, especialmente en momentos como este en el que río está bajo en que el divertimento depende más de la capacidad del guía-animador que del vértigo de la excursión. El raffting se realiza en balsas de goma y admite un máximo de doce personas, reman de seis a ocho participantes, y bajo las órdenes del guía que hace de seguro timón. El río fluye a una velocidad de 18 km por hora y se siente el impacto de algunas piedras, aunque ninguno es tan fuerte como para asustarse de verdad.
Con el rafting, cerramos las actividades del día en el cañón del Atuel.
30 de enero, Valle Grande, Cañón del Atuel
El día amaneció soleado, decidimos hacer un trekking a cuatro cascadas. La caminata resultó muy agradable e interesante ya que nos permitió enteramos de algunas cosas como que los temblores se sienten menos en el Atuel que en Mendoza o en San Rafael o que la ceniza volcánica que depositó el volcán Descabezado en 1932 sobre varias rocas del cañón, era comercializada por los lugareños como simil económico del polvo Odex para lavar platos,a aparentemente esa fue una de las razones por las que predio fue cerrado para permitir el acceso solo con guías autorizados por la secretaría de turismo. El guía decía que el sector estaba “privatizado” aunque, por supuesto se trataba de un error de concepto. Las intenciones de la “privatización” para el beneficio privado de unas seis agencias de turismo aventura de la zona, por lo menos pone cierto control a la escritura indiscriminada de piedras que afea tanto el paisaje por esas regiones. Por el trayecto avistamos unos pequeños cóndores que fueron traídos recientemente y parecen haberse adaptado bien, también identificamos algunas especies vegetales y como pueden ser utilizadas para la orientación observando como la parte de la planta que tiene más clorofila busca el norte hacia el que se encuentra el sol.
Cascadas, en realidad, no hay ninguna. Solo es posible intuir el curso de agua seco por el que en tiempos de lluvias abundantes o deshielos la caída de un pequeño caudal de agua.
Más tarde fuimos a una pequeña Bodega llamada Labiano, que prepara sus instalaciones para recibir contingentes de turistas, aunque tuvimos la suerte de estar absolutamente solos. Durante el recorrido vimos algunas maquinarias antiguas y modernas para la producción de vino y nos enteramos también de que las famosas bombas que se disparan para reducir el tamaño del granizo que sabe arruinar las cosechas no ha dado mucho resultado y tal es la razón por la cual los productores han preferido los costosos sistemas de “techado” de los cultivos con telas antigranizo.
La bodega se caracteriza por una simpática “fuente del vino” en donde una doncella al modo “clasico” vierte un jarrón con un hilo de vino. En el lugar se pueden disfrutar interesantes picadas criollas, degustar vinos y frutas secas.
Por la noche, realizamos un increíble avistaje astronómico, que es sin duda un aspecto muy poco explotado del turismo pero que debería cobrar una dimensión importante ¿acaso conocemos las estrellas los que vivimos en las grandes ciudades? Tras una breve y motivadora exposición didáctica hemos identificado entre otras estrellas, la constelación de Orión, Setis, la más brillante, Alfa Centauro, las más cercana y aprendimos a orientarnos siguiendo las señales de nuestra Cruz del Sur. Al telescopio vimos a Marte y a la Nebulosa de Orión. . Y bajo el oscuro cielo de esa noche sin luna, el diálogo continuó sobre viajes espaciales y satélites.
31 de enero, Valle Grande, Cañon del Artuel
Por la mañana realizamos una visita relámpago a San Rafael, y pudimos ver que es una gran ciudad pero que nada se sabe en ella de las montañas, las cuales no se ven desde ninguna parte. La ciudad se entiende a lo ancho, no tiene muchos edificios altos, pero su desarrollo es bastante importante. Vimos de paso algunas de las bodegas más famosas del país, como Bianchi.
Luego nos dirigimos al dique del Tigre y al embalse Reyunos, este último, posee una infraestructura de entretenimiento tipo turismo aventura que ofrece alternativas para pasar el día.
De regreso, recorrimos los caminos alternativos del cañón del Atuel, y recuperamos las energías en un momento de relax, antes de emprender el largo camino que nos esperaba al día siguiente.
1 de enero, Olavarría
Desde el cañón del Atuel, atravesamos las provincias de San Luis y La Pampa hasta llegar a Olavarría en donde pasamos la noche. Por el camino hicimos un alto en Pehuajó en donde ya se hacía evidente la cantidad de turismo atraída por la costa Altántica. Al día siguiente, nos esperaba el regreso a Villa Gesell justo-justo para el cambio de quincena. Paciencia.